Cuando el príncipe de la provincia en la que vivía decidió dar una gran fiesta invitó a Ikkyu, reservándole un honroso lugar a a su lado.
El día de la fiesta el monje apareció humildemente vestido, casi parecía un mendigo, con lo cual el príncipe montó en cólera y lo expulsó.
Luego Ikkyu regresó ataviado con buenas vestimenta y, una vez en el palacio, se las fue quitando lentamente y las dejó en una silla.
-¿Qué estás haciendo?, preguntó el príncipe.
- Te había entendido mal, pensaba que me habías invitado a mi, pero invitaste a mi vestimenta, así que aquí la dejo- respondió Ikkyu.
Meditemos sobre eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario