miércoles, 22 de abril de 2009

Taller de crecimiento: 8.- ¿Estás esperando?

Se da una clásica dinámica psicológica que nos limita el progreso, y es la siguiente: La inmensa mayo­ría de nosotros vivimos "esperando" que alguien venga a sal­vamos cuando pasamos por momentos de dificultad. Muchos vivimos aguardando "la llegada del salvador", y en esa espera nos posicionamos en una cómoda circunstancia, pasiva, sedentaria, inactiva y aguardando un milagro, haciendo nada por nosotros mismos.

Las personas con una gran autoestima se hacen drásticamente dueñas de sí y piensan en resolver sus problemas por sí mismas. Son personas que tienen el sano conocimiento de que nadie va a venir en su auxi­lio. Son seres humanos que toman la iniciativa y no esperan a que sucedan las cosas, sino que hacen que las cosas sucedan para salir adelante.

La persona de baja autoestima suele vivir esperando a que le llegue la buena suerte, comúnmente espera a que alguien venga a ayudarlo, mientras que en la cultura de alta autoestima común, nunca espera a que alguien venga en su auxilio para iniciar la acción, él hace las cosas necesarias para encontrarse con la buena suerte. El sabe que nadie va a venir, luego entonces inicia la acción que lo sacará avante de inmediato.

Para salir de esta red de creencias, lo único que hay que hacer es cuestionarse acerca de ellas, y de esa forma nos podemos dar cuenta de si nos han servido para crecer o nos han limitado en nuestro desarrollo.

"Nadie va a venir”.

Saber que nadie va a venir no es para deprimirse porque no lle­gará el Salvador. No, no, no. Es la sana actitud del Poder Personal para iniciar la acción que nos llevará al resultado que queramos. Ese poder radica en ti y sólo en ti. Ésta es la sabia posición desde donde se vive el éxito personal.

Esa postura genera sufrimiento: esperar algo de alguien. Saber que nadie va a venir disminuye el sufrimiento. Gran parte de los conflictos humanos en la vida surgen por esperar algo de alguien, lo cual, nunca llega.

¿Te ha pasado algo parecido? ¿Ves cómo tengo razón? Si esperas a que alguien venga para salir a dar la vuelta, corres el riesgo de quedarte sin tu vuelta. Si esperas a que alguien te de un beso para ser feliz, corres el riesgo de permanecer infeliz.

Si esperas el reconocimiento de tu esposa e hijos para sentirte un hombre realizado, corres el riesgo de quedarte amargado. Si esperas un excelente trato de alguien para sentirte pleno y feliz, te juegas la opción de sentir el sufrimiento de la frustración y decep­cionarte. Si esperas que alguien siempre esté contigo para sentirse bien, te aseguro que te vas a sentir muy mal en muchísimas ocasiones. Si esperas que alguien llegue a la hora que ordenaste para poder irte a dormir, corres el alto riesgo de padecer un largo insomnio.

¿Ves como no te con­viene no esperar?

Esperar algo de alguien o algo de la providencia, resultará ser una atadura en tu vida, y toda atadura es un impedimento para vivir en un nivel superior de conciencia, nos impide crecer. Cuanto más atados (por la espera) nos hallamos a personas, cosas, ideas o emo­ciones, menos capacidad tenemos para experimentar esos fenó­menos con autenticidad

Y aún así, en muchas ocasiones, ¡alguien llega! ¿Qué hacer en esos casos? Pues, ¡darle infinitas gracias a Dios! Salta de la alegría que te generará esa agradabilísima sorpresa. Pero tómalo así: ¡fue una sorpresa! Esta actitud le liberará del posible sufrimiento que genera la espera al verse defraudada.

Saber que nadie va a venir lo obligará a crecer y a madu­rar como persona.

¿Yahora, sigues esperando?

Autoprogramación 4.- Estrategias Mentales 1/2

Lo que obtienes en la vida depende exclusivamente de tus estrategias mentales, es decir, de tus pensamientos subconscientes.

Cuando el cerebro se encuentra ante una nueva idea, primero la juzga comparándola con las experiencias de sus conocimientos anteriores y considera si es posible, y si lo considera posible, realiza una conexión cerebral entre dos o más neuronas.

Más o menos, la cosa es así: Cuando el cerebro capta una idea nueva, crea una débil conexión entre dos o más neuronas. Las neuronas (las células grises del cerebro) pueden crear cientos de "patitas" que alargan hasta conectar con sus compañeras. Cuando las alargan lo suficiente, se crea un camino neuronal entre ellas y por ese camino, transmiten señales eléctricas que forman los pensamientos.

Sin embargo, si la idea es captada una sola vez, el camino neuronal creado es muy débil. Tan débil, que si no se vuelve a usar, se deshace. Las propias neuronas rompen ese camino que no se usa.

A través de los caminos neuronales, las neuronas van juntando más y más "patitas", entretejiendo una cadena cada vez más sólida, de esa manera, crean lo que sería una especie de autopista neuronal. Y de esa forma la idea o el concepto aprendido, se hace fuerte en el cerebro.

Si la idea sigue utilizándose a lo largo del tiempo, la autopista se cristaliza (las neuronas segregan una sustancia que recubre toda la parte exterior de las conexiones neuronales, formando algo parecido a una pared cristalina, que hace aún más sólida la conexión.

Así, en la práctica, cuando a una persona se le genera, a través de la información, una conexión neuronal, se le está creando una opinión (mesa con una pata) sobre algo.

Si se le van creando más conexiones, se estará creando una opinión fundada (mesa con dos patas).

Si se le siguen aportando nuevas conexiones, el camino neuronal se fortalece aún más, creando en la persona una creencia (mesa con tres patas).

Y si, a través de nuevas conexiones se logra reforzar la creencia, el camino neuronal se convierte en una autopista, y, por lo tanto, se habrá creado en el individuo una profunda convicción (mesa con cuatro patas).

Y cuando se consigue cristalizar la autopista, entonces estaremos ante una impronta cristalizada (una mesa con más de cuatro patas).

Cuando las ideas se fortalecen hasta convertirse en convicciones e improntas, la persona siente que eso es verdad, y pasa a creer que eso es la realidad. Pero, esa realidad, lo más probable, es que no sea cierta.

Lo que creemos y sentimos como cierto... tal vez, no lo sea… Tus ojos te estarán mintiendo al mostrarte algo sólido donde, en realidad, sólo hay energía y vacío. Es energía y vacío, pero tu filtro visual, te hacen ver solidez. Al mismo tiempo tu sentido del tacto te miente también, transmitiéndote que lo que es energía es sólido. Tu oído también ayuda, ya que te ha enseñado a identificar ciertas variaciones de onda, como provinentes de un objeto sólido. En conclusión: Tú tocas la mesa y, como tus sentidos te mienten, en un principio, tú te forjas la opinión de que la mesa es sólida.

Y, a medida que vas experimentendo con la mesa, una y otra vez, y obtienes de tus sentidos la misma información, vas convirtiendo la idea de que la mesa es sólida en una creencia y luego en una convicción y ésta en una impronta.

Hasta el punto de poder llegar a asegurar, “a ciencia cierta”, que la mesa es sólida, ya que esas es “la verdad”.

Pero, la realidad, como hemos visto anteriormente, es que esa mesa es energía, y, además, que el 99% de la misma, es vacío. Así que, si supieras cómo hacerlo, podrías atravesarla con sólo variar la vibración de tu propia energía electromagnética.

Hay que saber distinguir entre lo que no se puede hacer y lo que simplemente no se sabe hacer, entre los que se conoce y lo que se ignora.

Como dijo Terry Pratchett "La lógica está muy bien, pero algunas veces se consigue más Pensando."

Que tú no sepas hacer algo, no significa que sea imposible. Que tú o toda la humanidad, si se da el caso, ignoremos la existencia de algo, no significa que no exista…

Todo lo que obtienes en la vida depende de aquello que sabes (de lo que crees) en tu subconsciente. El problema es que lo que sabes, normalmente, depende de lo que otros te han enseñado y no, de tu propia experiencia.

Si hay algo que ha demostrado la ciencia, a través de los siglos, es que la verdad es provisional, mientras no se descubre una nueva verdad que la sustituye, sin embargo, paradójicamente, una parte de la comunidad científica se aferra a sus teorías, como si ellas fueran la única verdad posible, pero, la experiencia nos ha demostrado que nada es inamovible y Einstein nos desveló que todo es relativo.

Mi abuelo, hombre sabio, siempre me decía: “No te fíes nunca de los que están en posesión de la verdad, porque la verdad no existe”.

Pero, la verdad será tema para otro capítulo.

Si quieres conseguir resultados diferentes en tu vida, tendrás que aprender cosas diferentes.

Se feliz y contagioso.