lunes, 15 de junio de 2020

Las emociones


Qué son las emociones

   Las emociones son respuestas o reacciones fisiológicas que genera nuestro cuerpo ante cambios que se producen en nuestro entorno o en nosotros mismos. Estos cambios se basan en experiencias que a su vez dependen de percepciones, actitudes, creencias sobre el mundo; que usamos para percibir y valorar una situación concreta. Dependiendo, por ello, de nuestras experiencias, reaccionaremos de una forma u otra ante situaciones similares. La respuesta emocional son estímulos rápidos e impulsivos que valoran lo que está ocurriendo y nos informan de qué significado tiene para nosotros eso.

   Para resumir (y como no me gusta mucho la teoría) podemos decir que las emociones son respuestas que nuestro cuerpo nos da ante situaciones que ocurren a nuestro alrededor, pudiendo ser entre los demás, de los demás hacia nosotros o de nosotros con nosotros mismos. Estas emociones son información sobre cómo debemos actuar ante lo que ocurre para darnos lo que nuestro cuerpo considera que necesitamos. Cuanto mejor las conozcamos mejor Inteligencia Emocional tendremos y más felices estaremos, porque sabremos darnos lo que necesitamos en cada momento. Identificarlas bien también nos hará más fácil la tarea de transmitir una educación emocional a nuestros hijos que les ayude a crecer con una autoestima y confianza en sí mismos fuertes.

   La PNL (Programación Neurolingüística) afirma que las emociones siempre aparecen tras los pensamientos y que dan lugar a acciones que suponen unos resultados.

Pensamiento => Emociones => Acción => Resultado

   Según esta teoría si no estamos consiguiendo lo que deseamos es un problema en nuestra forma de pensar y que si cambiamos la forma de pensar conseguiremos resultados diferentes.

Para qué sirven las emociones

   Las emociones, como veíamos, son portadoras de información que nos van a decir qué es lo que necesitamos ante las diferentes situaciones que ocurren en nuestra vida. Las emociones (siempre que sean primarias) van a ser verdaderas y tendrán más razón que lo que probablemente estemos pensando nosotros. Así que en esos momentos en los que pensamos una cosa, pero sentimos otra, seguir a lo que nuestro cuerpo nos dice seguramente tenga mejores resultados que hacer caso a la razón.

   Las emociones, por tanto, sirven para saber en cada situación, entorno o personas con las que esté, qué es lo que necesito para poder dármelo y estar satisfecho y feliz conmigo mismo.

Cómo pueden ayudarnos las emociones

Las emociones pueden ayudarnos en diferentes aspectos:

  • A conocernos mejor: cuanto mejor conozca las respuestas de mi cuerpo relacionadas con las emociones, mejor sabré qué emoción es la que estoy sintiendo y qué me está diciendo. Al principio puede costar identificarlas pero con tiempo, trabajo y un diario emocional, no tardaremos en saber cuál es cuál.
  • Saber lo que necesitamos: unas veces reaccionaremos con una emoción y otras con otra, pero lo bueno de conocerlas es que sabremos identificar el significado de esas emociones, lo que nos quieren decir y la necesidad que hay detrás.
  • Gestionarlas y darme lo que necesito: una vez sepamos la emoción que es y lo que nos quiere decir, ya solo necesitaremos hacer, decir o pensar lo que nos pide, para manejar esa emoción y conseguir aquello que nos está solicitando.
  • Las emociones también nos van a ayudar a descubrir recuerdos anclados a un sentimiento que me siguen haciendo mal hasta el día de hoy (lo veremos cuando expliquemos las emociones no saludables).
  • El conocimiento y control de emociones aumentarán nuestra autoestima.
  • Nos van a ayudar a saber si las cosas que hago en mi día a día me gustan de verdad, si el trabajo que realizo me llena o lo hago por rutina, etc.
  • Al fin y al cabo, las emociones nos van a ayudar a ser más felices con nosotros mismos y con los que nos rodean. 
Tipos de emociones

   Cuando hablamos de tipos de emociones vamos a hacer dos clasificaciones, una general en la que vamos a distinguir emociones primarias y secundarias, y luego en las primarias diferenciaremos a su vez entre saludables y no saludables. Hay personas que diferencian entre emociones positivas y emociones negativas, pero nosotros no usaremos esa nomenclatura ya que podrá haber algunas que nos gusten más (agradables) y otras menos (desagradables), pero siempre nos darán información y serán útiles para conocernos mejor, así que evitaremos el nombrarlas como positivas o negativas.

Emociones primarias

   Las emociones primarias son las emociones básicas, las que sentimos en el fondo y las que definen verdaderamente lo que sentimos. Cuando siento que estoy triste y que no hay ninguna otra emoción detrás, entonces hablamos de primarias, pero, a veces, puede que haya algo escondido detrás que puede que a primera vista no fuéramos muy conscientes de ello. Y aquí es donde entran las emociones secundarias.

Emociones saludables y no saludables

   Dentro de las emociones primarias podemos diferencias emocionessaludables” o “adaptativas” y emociones “no saludables “o “desadaptativas”.

   Las primeras son respuestas que genera tu cuerpo ante situaciones que están ocurriendo en ese momento y que piden cubrir una necesidad (el enfado porque han superado tus límites o los de otra persona, el miedo por la existencia de una amenaza; la tristeza ante la pérdida de alguien o algo…) y por tanto hay que escucharlas e intentar en la medida de lo posible satisfacerlas.

   Cuando detectamos emociones saludables los mensajes o necesidades que estas nos traen son los siguientes:

  • El enfado te dice que tus límites han sido sobrepasados o que no te están dando lo que solicitas.
  • La tristeza te dice que has perdido algo importante o que tu necesidad de amor y afecto no está atendida.
  • El miedo te dice que estás en peligro o que no estás seguro.
  • La sorpresa que existe algo nuevo, que merece la pena investigar.
  • El asco te dice que lo que estás experienciando es malo para ti.
  • La alegría que has alcanzado una meta o que ha ocurrido algo beneficioso para ti.
   Estas emociones adaptativas que traen este tipo de información servirán para poder gestionarlas y saberte dar lo que están reclamando para satisfacer las necesidades requeridas:

  • Enfado para establecer y proteger tus límites.
  • Tristeza para llorar o refugiarte.
  • Miedo para huir o atacar.
  • Sorpresa para indagar en lo acontecido.
  • Asco para expulsar.
  • Alegría para disfrutar de lo ocurrido.
   Las emociones desadaptativas son respuesta, a malestares crónicos enquistados durante años (normalmente largos períodos de tiempo), que siguen siendo emociones primarias que corresponden a tu verdadero ser, pero de alguna forma no se gestionaron bien y se han quedado latentes. De vez en cuando, sin saber muy bien por qué, surgen sin que seamos casi conscientes de ello. Por eso estas emociones no son saludables, ya que son respuestas a acontecimientos vividos en el pasado, en lugar de respuestas a lo que ocurre en este momento (como las anteriores adaptativas). Este tipo de emociones necesitan ser gestionadas de forma diferente, ya que en este caso lo principal es aceptarlas, comprenderlas y cambiarlas.

¿Cómo saber si tu emoción es no saludable o desadaptativa?

   Tu emoción es desadaptativa cuando es un sentimiento antiguo que es recurrente a lo largo del tiempo, las situaciones y las relaciones. Es como un viejo amigo que nunca se va y no te deja mejor de lo que estabas. Es un sentimiento que lo vives con tanta frecuencia que parece saludable, pero no lo es. Algunos ejemplos de emociones primarias desadaptativas que puedes tener son: la sensación de ser víctima, sentirte que no existes, que estás solo, que no vales nada, la gran sensación de humillación que te genera cualquier mínimo desaire, o esa recurrente sensación de devastación al recibir una crítica, aunque la crítica sea constructiva o de poca importancia. Una sensación central de vergüenza, de inseguridad, de falta de valía o de no sentirse amado o merecedor de amor que parece que siempre está ahí.

   Estos sentimientos están relacionados con unas imágenes muy básicas sobre nosotros mismos. Se relacionan o bien con sentimientos de no ser valioso y sentirse un fracaso, una sensación de “yo no valgo”; o bien con sentirse frágil, inseguro e incapaz de mantenerse sin apoyo externo, una sensación de “yo soy débil”; o con sentirse una mala persona, “yo soy malo”. Para cambiarlos tenemos que localizar e indagar en la visión que tenemos de nosotros mismos, para sanar ese defecto y así comenzar a construir una nueva sensación e imagen de nosotros mismos más fuertes y valoradas.

   Como pequeño resumen, para decidir si la emoción primaria es saludable o no, tenemos que preguntarnos:

  • «¿Esto que estoy sintiendo es una respuesta a otras experiencias pasadas, en vez de ser, principalmente, una respuesta a lo que está ocurriendo en este momento?»
  • «¿Existe un patrón de sentimiento de malestar recurrente?»
  • «¿Es un sentimiento familiar de estar atascado?»
   Si la respuesta a estas preguntas es SÍ, entonces se trata, probablemente, de un sentimiento que no es saludable.

Emociones secundarias

   Las emociones secundarias son emociones defensivas que esconden u oscurecen nuestro sentimiento verdadero o primario. Dependiendo de la emoción será más difícil detectarla como secundaria, ya que a veces la emoción verdadera se oculta muy profundo. En algunas ocasiones las emociones secundarias ocultan las primarias para “protegerte” de ellas debido a nuestras creencias limitantes, por ejemplo: los hombres que han crecido escuchando que los hombres no pueden llorar suelen mostrar enfado cuando están tristes. Las mujeres que han crecido escuchando que tienen que ser sumisas expresarán tristeza o llanto cada vez que se enfaden.

   Para entender mejor este tipo de emociones secundarias, Jorge Bucay tiene un cuento en el que lo explica muy bien, el cuento de la tristeza y la furia.



Emociones instrumentales

   Existe otro tipo de emociones que yo personalmente las clasificaría dentro de las secundarias o un tipo de ellas, que son las emociones instrumentales. Este tipo de emociones que se usan para obtener algo con un punto en la otra persona de influencia y a veces de manipulación. Ejemplos cercanos suelen ser la persona que siempre parece que está triste apiadándose de ella, mostrando que está triste cuando en realidad está buscando atención. Un ejemplo muy bueno es cuando tu hijo va a hacer algo peligroso y tú le gritas enfadado para que no lo haga, en esa situación tu emoción primaria es de miedo porque le pueda ocurrir algo pero en lugar de expresar esa emoción, expresas enfado para conseguir que el niño no haga lo que iba a hacer.

   Este tipo de emociones a veces son complicadas de detectar (incluso usando un diario emocional) ya que algunas se han convertido en parte natural de tu comunicación que parece innato en ti. También resulta interesante comentar aquí, que bien utilizadas, este tipo de emociones podrían formar parte de nuestro abanico de habilidades sociales, pero existe un peligro, ya que mal utilizadas podrían formar parte de tipos de comunicación manipulativas.

Emociones básicas

   Cuando hablamos de emociones, existen un sinfín de ellas que vivimos cada día en diferentes situaciones. Es interesante saber que hay estudios que definen una lista de emociones de 6 que definen como básicas, es decir, que toda persona tiene únicamente por ser un ser humano.

   Paul Ekman, fue un psicólogo que pasó gran parte de su vida estudiando las emociones básicas y las expresiones que estas emociones generaban en nuestras caras. Ekman localizó una tribu que jamás había estado en contacto con la sociedad tal y como la conocemos hoy, para así tener una muestra aislada de posibles factores que hubieran podido crear otras emociones que no pertenecieran a ellos de forma natural. Este psicólogo concluyó que existen 6 emociones básicas que corresponden con expresiones biológicas universales de la especie humana: ira, tristeza, miedo, sorpresa, asco y alegría.

   A continuación, hablaremos por encima de las tres emociones que más nos suelen interesar, por ser las que más dolores de cabeza nos generan: la tristeza, el miedo y el enfado

La emoción de la tristeza

   La tristeza aparece en diferentes circunstancias: aparece por el distanciamiento, la separación o la pérdida del vínculo. Cuando nos sentimos que nos dejan de lado, que no pertenecemos a un grupo o que nos sentimos olvidados. Aparece cuando no somos capaces de expresar o comunicar nuestros verdaderos sentimientos. También puede surgir por desengaños, al sentirnos defraudados o al perder la esperanza, cuando fracasamos intentando alcanzar algún logro importante y cuando perdemos la autoestima. Y por supuesto la tristeza también aparece cuando perdemos a un ser querido.

   La tristeza nos va a hacer que busquemos a otros para consolarnos o buscar la soledad para recuperarnos de esa pérdida.

   Esta emoción cuando es primaria y saludable, es útil y puede ayudarnos a enfrentarnos al dolor, pasar el duelo correspondiente y superarlo. Cuando no es saludable, hablamos de una tristeza enquistada que hay que trabajar para volver a sentirnos mejor con nosotros mismos. Cuando esta emoción es secundaria hay que tener cuidado con la depresión.

La emoción del miedo

   El miedo es la sensación de angustia que se genera ante la percepción de una amenaza. Esta emoción siempre va a depender de nuestras experiencias y de los recursos que tengamos (o pensamos que tengamos) para evaluar si esa situación es amenazante en sí o no.

   El miedo, en su forma más básica tiene que ver con la existencia y podemos tener dos tipos de miedo, el miedo a la vida y el miedo a la muerte.

   Como emoción primaria y saludable el miedo está orientado a escapar del peligro, cuando aparece como desadaptativa, analizar a nuestro niño interior que puede que siga teniendo miedo por algo ocurrido en el pasado en su familia, será útil e interesante.

   Cuando surge como emoción secundaria suele ser un miedo a que nuestra emoción principal pueda dañar la relación con otra persona.

La emoción del enfado

    El detonante o el origen universal de la emoción del enfado se encuentra en la sensación de hallarse amenazado (de ahí que se relacione con el miedo) de forma física, a nuestra autoestima o a nuestro amor propio, a nuestros límites o frustrado en conseguir un determinado objetivo. Esta emoción activa dos diferentes tipos de respuesta: la lucha o la huida.

    Cuando es primario y adaptativo hay que escuchar a la emoción a ver qué nos dice y actuar en consecuencia a ser posible con asertividad. Si es no saludable (un enfado crónico), el objetivo será acceder a ese esquema emocional desadaptativo e identificar lo ocurrido y la necesidad que existe detrás. Cuando es secundario suele haber emociones como el miedo o la tristeza escondidos que se suelen descargar a través del enfado.

    A continuación, hablaremos sobre las dos emociones que más bienestar nos suelen dar: la alegría y el amor. Y lo que haremos será diferenciarlas con dos compañeras suyas que nos suelen confundir: la felicidad y el apego.



La emoción de la alegría: Alegría vs Felicidad

   Mucha gente habla de la alegría y de la felicidad como dos cosas distintas y aunque (como ya he dicho en anteriores ocasiones), la teoría da igual siempre que la práctica sea efectiva, voy a hacer un pequeño inciso para dar mi opinión. Ya que esto creo que es un tema muy debatible y opinable:

  • Podríamos decir que la alegría es algo generado por algún hecho determinado, algo más o menos puntual en el tiempo que puede durar unas horas, pero que no deja de ser específico en la línea de tiempo.
  • La felicidad es un estado de ánimo persistente en el tiempo, es una consecuencia del desarrollo de tu vida y de cómo eso te hace sentir cuando evalúas cómo estás llevando tu vida.
   Para ejemplificar esto, digamos que una misma persona no puede estar alegre y enfadada a la vez, sin embargo, el enfado sí se puede dar mientras eres feliz. Ejemplo: un padre se enfada con su hijo porque no quiere aceptar una decisión. El padre se siente feliz, aunque esté enfadado, porque su hijo ha sido capaz de cuestionar las órdenes de su padre de forma razonada.

La emoción o sentimiento del Amor: Amor vs Apego

   Cuando hablamos del amor, el cual no vamos a definir aquí porque para cada persona es un mundo cuando hablamos del amor (aunque quizás algún día haga un estudio preguntándoos qué es el amor para cada uno de vosotros), existe un sentimiento que puede confundirnos con él y que puede ser muy perjudicial, aunque ni si quiera nos demos cuenta conscientemente: el apego.

¿Qué es el apego?

   El apego, dependencia o desamor se confunde muchas veces con el amor romántico que hace unas décadas se concebía como el amor verdadero. Mucha gente piensa que para que el amor sea de verdad hay que tener apego hacia tu pareja, pero somos naranjas enteras y no necesitamos ni dependemos de nadie.

   Si te deseo en sentido de apego, deseo poseerte, eres mío o mía y no puedo dejarte libre, tengo que atraparte, tengo que manipularte para poder conseguirte. Es más, tengo que manipularme a mí mismo para poder engañarte y, así, atraparte. Cada día, en nuestra relación o en otras, vemos aspectos de este tipo, aunque las propias personas no sean conscientes de ello.

   Esta relación de amor-apego se relaciona con la de seguridad-inseguridad. Mientras que el amor se basa en la seguridad, el apego se asienta en el miedo. El miedo al abandono genera ansiedad, el querer acaparar a la otra persona, el exigir disponibilidad total, en definitiva, el riesgo de no respetar la libertad del otro.

   Por eso tenemos que intentar que nuestras relaciones estén basadas en el amor, en la confianza y en la comunicación más que en el apego, en la dependencia o en la coerción de libertad.

El sentimiento de Culpa

   El sentimiento de culpa tiene que ver con mis creencias y mis percepciones de forma que me sentiré culpable cuando lo que he hecho no se corresponda con la idea que tengo yo de hacer las cosas como creo que deben hacerse.

Diferencia entre sensación, emoción y sentimientos 

   A lo largo del artículo hemos estado hablando sobre sensaciones, emociones y sentimientos y muchas veces no sabemos las diferencias entre ellos, incluso hablamos como si fueran los mismos términos. Yo no soy muy partidario del debate teórico sino más bien de la aplicación práctica y de cómo nos pueden ayudar, las llame como las llame. Al fin y al cabo, lo que cuenta es que yo me sienta mejor conmigo mismo y con los demás y da igual si lo llamo emoción, sentimiento o sensación.

   Pero como pequeño apunte realizaré una mínima diferencia entre ellos: todos ellos son patrones de respuesta emocional que nuestro cuerpo genera y todos ellos llevan consigo información para satisfacer nuestras necesidades. Es decir, que sea lo que sea, son reacciones que produce nuestro cuerpo y con ellas nos informa de lo que diferentes situaciones suponen o significan para nosotros.

  • Las sensaciones dependen más de cómo nuestros 5 sentidos reaccionan ante variaciones que se producen en nuestro entorno. También pueden referirse a la esfera afectiva (ganas de llorar) y a la intelectual (sentirse perdido).
  • Las emociones se refieren más a estados afectivos o reacciones ante el ambiente acompañadas de cambios orgánicos influidos por la experiencia.
  • Los sentimientos se refieren más a conceptos globales de cómo nos vemos a nosotros mismos y a nuestra vivencia corporal sentida.
   Como ejemplo gráfico pongamos que, en un concurso sobre diferentes proyectos, dicen mi nombre y me otorgan el primer premio: seguramente tenga una sensación de querer reír o llorar de alegría, también me surgirá una emoción de alegría al recoger el premio mezclada con una de tristeza al dar los agradecimientos y acordarme de alguien que contribuyó en el proyecto que falleció hace poco. Durante el próximo año me acompañará un sentimiento de satisfacción y alegría por haber recibido el premio y saber que todo el trabajo realizado mereció la pena y así lo apreciaron. 

Fábula sobre las emociones

   A continuación te dejo un enlace sobre un cuento / fábula que cuenta una bonita historia sobre qué ocurrió cuando las emociones decidieron un día jugar al escondite: Fábula sobre las emociones.

Autor:

David Gómez
Titulado Experto en Inteligencia Emocional, Coach Personal y Ejecutivo, y apasionado de la Psicología y de cómo ser más felices cada día.