lunes, 28 de junio de 2010

10 trucos increíblemente fáciles para convertir tu cerebro en una poderosa máquina de pensar


Existen dos principios básicos para mantener la agudeza y salud mental a medida que se envejece: la variedad y la curiosidad. Cuando todo lo que haces se convierte en una “naturaleza arraigada”, es hora de acometer un cambio. Si puedes hacer el crucigrama hasta con los ojos cerrados, es hora de que cambies a un nuevo reto para poder sacarle el mejor rendimiento a tu cerebro. La curiosidad sobre el mundo que te rodea, el cómo funciona y el cómo entenderlo, mantendrá a tu cerebro funcionando a más velocidad y de forma más eficiente. Usa las ideas expuestas bajo estas líneas para emprender tu búsqueda del buen estado mental.

1. Lee un libro

Toma un libro que verse sobre un asunto que te sea completamente novedoso. Lee una novela que transcurra en el antiguo Egipo. Aprende algo de economía. Existen multitud de libros populares excelentes que tocan temas de no-ficción y que además de entretener cumplen el cometido de enseñar un montón de cosas sobre un tema concreto. Conviértete cada semana en un experto en algo nuevo. Diversifica un poco tus lecturas, abandona los temas que te son familiares. Si normalmente lees libros de historia, pásate a una novela contemporánea. Lee a autores extranjeros, a los clásicos y elige otros al azar. Tu cerebro no solo se verá beneficiado por tener que trabajar imaginando otros períodos históricos, otras culturas y otras gentes, sino que además obtendrás historias interesantes que contarle a los demás, lo cual te hará pensar y establecer conexiones entre la vida moderna y las palabras.

2. Juega un poco

Los juegos son una forma maravillosa de excitar y retar al cerebro. Los sudokus, crucigramas y juegos electrónicos tipo “brain training” son formas estupendas de mejorar la agilidad cerebral y la capacidad de memorizar. Estos juegos se basan en la lógica y en las capacidades verbales, matemáticas, etc. Además son divertidos. Se obtiene más beneficio practicando estos juegos un poquito cada día (15 minutos, más o menos) que haciéndolo durante horas.

3. Usa tu otra mano

Pasa el día haciendo cosas con tu mano no dominante. Si eres zurdo abre las puertas con la mano derecha. Si eres diestro intenta usar las llaves con la mano izquierda. Esta sencilla tarea hará que tu cerebro establezca algunas conexiones nuevas y tenga que repensar la forma de realizar las tareas diarias. Ponte el reloj en la mano contraria para que recuerdes el reto del cambio de mano en las tareas.

4. Apréndete los números de teléfono

Nuestros modernos móviles memorizan todos los números que nos llaman. Nadie ha vuelto a esforzarse en recordar los números de teléfono, pero es una estupenda actividad para ejercitar la memoria. Apréndete un nuevo número de teléfono cada día.

5. Come para tu cerebro

Tu cerebro necesita que comas grasas saludables. Céntrate en las grasas de pescado como las del salmón salvaje, frutos secos como las nueces, y aceites como el de linaza u oliva. Ingiere más esta clase de alimentos y reduce las grasas saturadas. Elimina por completo los ácidos transgrasos de tu dieta.

6. Rompe con la rutina

Nos encantan las rutinas. Tenemos hobbies y pasatiempos que podemos hacer durante horas. Pero cuanto más nos habituamos a una tarea más se convierte en una naturaleza arraigada y menos trabaja nuestro cerebro al hacerla. Para ayudar de verdad a que tu cerebro se mantenga joven, rétalo. Cambia la ruta hacia el supermercado, usa tu mano contraria para abrir las puertas y cómete primero el postre. Todo esto forzará a tu cerebro a despertarse de sus hábitos y a prestar atención de nuevo.

7. Vete por un sitio diferente

En coche, o a pie, busca nuevas rutas para llegar a donde quiera que vayas. Este pequeño cambio en la rutina ayuda al cerebro a practicar con la memoria espacial y las direcciones. Intenta cambiar de acera y altera el orden en que visitas tus tiendas preferidas para así cambiar la rutina.

8. Adquiere una nueva habilidad

Aprender una nueva habilidad pone a trabajar a múltiples áreas cerebrales. Tu memoria entrará en juego, aprenderás nuevos movimientos y asociarás las cosas de un modo diferente. Lee a Shakespeare, aprende a cocinar o a construir un avión con palillos, todo sirve para retar al cerebro y darte cosas nuevas en las que pensar.

9. Haz listas

Las listas son maravillosas. Hacer listas nos ayuda a asociar unos datos con otros. Haz una lista de los lugares a los que has viajado. Haz una lista de todas las comidas sabrosas que has probado. Haz una lista con los mejores regalos que has recibido. Haz una lista mental diaria para ejercitar a la memoria y para conseguir nuevas conexiones cerebrales. Pero no dependas demasiado de ellas, haz una lista con todo lo que necesitas comprar pero luego trata de no usarla en el supermercado. Usa la lista una vez que hayas metido todos los productos en la cesta simplemente para comprobar tu memoria. Haz lo mismo con tu agenda de quehaceres diarios.

10. Elige un nuevo hobby

Encuentra algo que te cautive, que puedas hacer fácilmente en casa y que no cueste demasiado dinero. Haz fotografías con una cámara digital, aprende a dibujar o a tocar un instrumento, practica nuevos estilos de cocina o escribe. Todas estas son buenas elecciones.
Traducido de: 10 Amazingly Simple Tricks To Turn Your Brain Into A Powerful Thinking Machine

sábado, 19 de junio de 2010

"El mal de la civilización es la mente patriarcal" (Entrevista a Claudio Naranjo)

La nave se está hundiendo pero la gente tiende a estar más ocupada en mantener el estatus que en salvarse; en defender lo poco que les queda, aunque se haya visto lo poco que vale, que en la transformación, en dejarlo todo y empezar a construir de cero.


Claudio Naranjo. Chileno, estudió medicina, psiquiatría y música y acabó convirtiéndose en un referente mundial en la investigación de la mente humana. Integrador de la sabiduría tradicional y científica, oriental y occidental, y el conocimiento histórico, antropológico, sociológico, psicológico y espiritual del ser humano. Creador del programa SAT, en principio dirigido a profesionales de la psicoterapia y derivado en un programa de transformación individual y social para uso personal y en el ámbito educativo. Autor de más de 20 libros, traducidos a varios idiomas.
 

"La única salida a esta crisis es la transformación interior".

La crisis actual ha tambaleado muchos cimientos del sistema y ha acabado revelando algunas de sus muchas fisuras. El comunismo se hundió por sus fallos de funcionamiento pero el capitalismo no parece salir mejor parado. Llevamos siglos cambiando gobiernos, haciendo revoluciones políticas y sociales pero nunca llegamos a buen puerto quizás porque nos olvidamos de las transformaciones más básicas y elementales que tienen lugar en la revolución personal.
Tenemos el mundo que tenemos por el tipo de conciencia que se desarrolla a través de la educación, según Claudio Naranjo. Y si queremos salir de verdad de esta crisis económica, social y humana hemos de superar el ego individualista e iniciar una auténtica transformación interior.
 
¿La civilización está enferma? ¿De qué?

El mal de la civilización es la mente patriarcal. Y no me refiero sólo a la sociedad patriarcal que hace que los machos predominen sobre las mujeres y tengan un acceso más fácil al poder y a la economía. Me refiero a una forma de mentalidad que actualmente ya todos compartimos, hombres, mujeres y niños, contaminados por el mismo virus.
¿A qué nos referimos exactamente, con esa "mentalidad patriarcal"?
A una pasión por la autoridad. Por el ego, el ego patrístico, un complejo de violencia, desmesura, voracidad, conciencia insular y egoísta, insensibilidad y pérdida de contacto con una identidad más profunda.

Hay quien cree que todo esto forma parte de la naturaleza humana y que siempre ha sido así.
Pues no. Hay indicios de la existencia de un pasado matrístico, y aún hoy existen algunas sociedades indígenas de estas características que no funcionan en absoluto con estas directrices y valores que conocemos en la civilización. Esta mente, lejos de ser inherentemente humana, en realidad empezó a gestarse hace sólo unos 6.000 años, cuando, ante una crisis de supervivencia, ciertas poblaciones agrícolas arcaicas indouropeas y semitas tuvieron que volver a hacerse nómadas y acabaron convirtiéndose en comunidades de guerreros depredadores.
¿Y cómo se manifiesta esta mente patriarcal?
En unas relaciones de dominio-sumisión y de paternalismo-dependencia, que interfieren en la capacidad de establecer vínculos adultos solidarios y fraternales. El cerebro patriarcal-racional llama a la competencia, mientras que el femenino llama a la cooperación. Esta dependencia y obediencia compulsiva (a los gobiernos y al poder en general) no sólo son enajenadoras para el individuo sino que constituyen distorsiones, falsificaciones y caricaturas del amor.

Pero las cosas pueden ser de otra manera. Usted dice que, en realidad, somos seres "tricerebrados".
Efectivamente. En un lenguaje anatómico, poseemos un cerebro instintivo, que compartimos con todos los reptiles; emocional, como el resto de los mamíferos, y el racional, que es el último que se ha desarrollado y, sin embargo, ha acabado imponiéndose a los otros dos. Es como si en nuestro interior lleváramos a tres personas: una de tipo intelectual-normativo, que sería el padre; una persona emocional, que representa el principio del amor, que es la madre, y una instintiva, que sería el niño. Pues bien, en la sociedad actual, lo que denominamos la civilización, predomina el cerebro racional y tiene lugar el imperialismo de la razón sobre lo emocional y lo instintivo. 

Pero esta razón que impera, ¿es realmente racional o más bien irracional?
Ahí has dado en el clavo, porque en realidad no es racional ni inteligente, desde el punto de vista de los resultados en el bienestar social y personal. Ha corrompido conceptos como la inteligencia, la eficacia o la racionalidad misma. Es una mente rígida, aislada, autoritaria y normativa que busca resultados y ganancias a corto plazo, pero ganancias desde el punto de vista competitivo, materialista o consumista, no en cuanto al bienestar profundo, desarrollo personal o convivencia con el medio. Y, en consecuencia, toda la educación está sujeta a este paradigma racionalista.

Que se manifiesta en.
En considerar la educación un mero traspaso de información, alejado de objetivos como el autoconocimiento, que debería ser prioritario. Y así vemos cosas en la escuela como que un niño o una niña llora y le llaman la atención.

Y si se ríe le echan de clase.
Las emociones están prohibidas. Y lo instintivo aún más. Y sin embargo, para que la persona esté sana en una sociedad sana sería preciso el equilibrio entre los tres cerebros. Armonizar los binomios competencia/colaboración, agresión/ternura. Desarrollar una sana agresión en vez de la agresividad depredadora imperante. Y sobre todo desarrollar la capacidad amatoria, la ternura.

¿Estamos en el camino? Usted habla del ocaso del patriarcado.
Por una parte, vemos que el autoritarismo en las familias disminuye y también el de los gobiernos. Pero han cogido el poder las empresas y su control en la sombra es enorme. Pero quizás sí, podemos decir que la nave se está hundiendo pero la gente está más ocupada en mantener el estatus que en salvarse; en defender lo poco que les queda, aunque se haya visto lo poco que vale, que en la transformación, en dejarlo todo y empezar a construir de cero.

Por eso insiste usted tanto en la importancia de la educación.
Claro, porque es más fácil prevenir que curar. Hemos de prevenir la destrucción de la mente. La educación actual cuenta con una agenda implícita que requiere que los niños sean igualitos a los papás, cuando los papás son el problema. Decimos que la educación es para transmitir nuestros valores y no nos damos cuenta de que estamos transmitiendo nuestras plagas.

¿Y esto es responsabilidad de la escuela, de la familia, de los medios.?
De las autoridades en todos estos ámbitos, desde los profesores quemados hasta la misma opinión pública. Los padres aspiran a que sus hijos triunfen en este mundo de competencia económica, no importa que también sea un mundo de pobreza creciente mientras que no les toque a ellos. Prefieren la educación que sirve como una máquina de certificación. No les interesa educar sino servir al mundo del trabajo. Insisten en que desean el bien de los hijos pero en realidad no les interesa el bien de los hijos más que como eficacia en los negocios. Tenemos el mundo que tenemos por el tipo de conciencia que se desarrolla a través de la educación, que es una educación implícitamente explotadora.

Es usted muy crítico con la educación y muy en especial con los educadores.
Porque no considero educación el mero traspaso de información, como una forma más de producción, de formación y explotación de nuevos trabajadores, que es en lo que consiste la escuela actual. Debemos volver a las raíces de la educación como autoconocimiento, en la búsqueda de ese "conócete a ti mismo" de Sócrates. Al autoconocimiento transformador que posibilite el cambio.

Sin embargo, hay algunas iniciativas educativas diferentes, como por ejemplo las escuelas internacionales de Krishnamurti.
Sí, pero aún esas escuelas llegan hasta el debate, y eso está bien, porque por lo menos te da la oportunidad de aprender a pensar por ti mismo. Pero el debate en sí no transforma nada. Hay que integrar procesos de autoconocimiento transformador.

La transformación individual para transformar y sanar la civilización.
No hay cambio posible sin pasar por el autoconocimiento individual. Siglos y siglos de cambios sociales y políticos han fracasado porque han pasado por alto el cambio de las personas. Sólo podemos sanar el tejido a través de las células, las personas. Y para eso tenemos que sembrar la semilla en la escuela. Pero ha de ser una nueva escuela que tenga en cuenta los tres aspectos de las personas: el conocimiento, la salud amorosa y la salud instintiva.

Suena diferente.
Pero necesario, si queremos transformar las cosas de verdad. El otro día me invitaron a dar una conferencia en una universidad, y antes de empezar me pidieron que evitara los temas espirituales y los psicológicos y me limitara a la pedagogía. Chocante. La educación se resiste a integrar lo transcendental-espiritual y lo terapéutico y sigue considerándolo un campo ajeno porque, de lo contrario, complicaría las cosas. Y es cierto, las complicaría un poco, porque significaría permitir que las personas piensen por sí mismas. Así que no se asume el riesgo. Claro que no se calcula el precio.

¿Y cuál es el precio?
La infelicidad colectiva.

¿Y qué podemos hacer?
En primer lugar, reconocer que es un hecho que los niños llegan cada vez más emocionalmente dañados al colegio. En muchos casos los padres están ausentes de la educación de los hijos. Escasea el tiempo libre y casi no se disfruta del ocio, y mucho menos compartido en familia. Y sin embargo, el ocio está ligado al crecimiento y al espíritu, ya que te ofrece la oportunidad de estar contigo mismo.

¿Qué más?
Reconocemos también que están faltos de amor y de esa parte del saber, no científico, la sabiduría que nos permite tomar buenas decisiones en la vida. Decisiones que nos conduzcan de verdad a ser más felices.

¿La escuela tiene que ocuparse de todo esto?
Sí, la escuela tiene que incorporar ese aspecto humanizante. Revelar la insatisfacción latente y canalizarla. No sólo para sacar a flote este sistema económico en crisis sino por el coste personal y de sufrimiento.

¿A qué se refiere con revelar la insatisfacción?
Porque detrás de toda búsqueda hay una insatisfacción y si queremos iniciar una búsqueda personal hacia el autoconocimiento y la transformación debemos ser conscientes primero de que este estado de cosas no nos satisface. La insatisfacción está ahí, bien latente y bien visible, lo que pasa es que el consumismo nos da respuestas del tipo: cómprate un coche mejor, cambia de casa, de ciudad, de pareja, de trabajo. Pero no vale la respuesta del consumismo porque la insatisfacción, así, no sólo no se resuelve sino que acabamos haciéndonos adictos a ella, que en realidad es lo que necesita el sistema: que seamos unos obedientes consumistas insatisfechos crónicos. Necesitamos respuestas más profundas que nos lleven a hacer cambios significativos.

Tengo la impresión que tanto en la escuela como en la familia no siempre está bien vista la búsqueda ni la insatisfacción.
Y así es. Porque nuestra cultura no reconoce la búsqueda como un valor sino como un síntoma. Sólo se admite si está en el camino de la ambición profesional, pero si es algo indefinido, que es como tiene que ser la búsqueda en estado puro, enseguida se etiqueta. Dicen "qué persona tan inquieta", y se la ve rara. Si además es muy apasionada, la búsqueda no comprendida ni apoyada se hace dolorosa y acaba en la consulta del psiquiatra. Cabe la posibilidad de que se acabe interpretando como un síntoma esquizofrénico, angustia, etc., cuando en realidad no es más que la insatisfacción natural ante la vida alienada, separada y desestructurada que llevamos.

¿De qué manera podemos actuar desde la familia?
Lo máximo que pueden hacer los padres por sus hijos es ocuparse de su propio desarrollo personal. Que el padre y la madre se desarrollen como personas y sean el ejemplo. Que no aspiren solo a que el hijo o la hija traigan buenas notas a casa. Que tomen conciencia de todo eso que está faltando en la educación y parece que nadie lo nota.


viernes, 11 de junio de 2010

Validation (en español)

Un corto premiado internacionalmente que muestra la importancia de los niveles de sincronizidad y cómo esto puede cambiar nuestra vida.




Validation en Español. from neuromanagement on Vimeo.

Albert Einstein (Documental)




Videos tu.tv


Videos tu.tv

El anciano y el pozo (Parábola)

Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada del pueblo.

Un día, un joven se le acercó y le preguntó:

- Yo nunca he venido por estos lugares... ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano le respondió con otra pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?

- Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allá.

- Así son los habitantes de esta ciudad, le respondió el anciano.

Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:

- Voy llegando a este lugar. ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?

- Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.

- También los habitantes de esta ciudad son así, respondió el anciano.

Un hombre que había llevado a sus animales a tomar agua del pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano:

- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos personas?

- Mira, le respondió, cada uno lleva el universo en su corazón. Quién no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, encontrará también aquí amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas. Encuentran siempre lo que esperan encontrar.

jueves, 10 de junio de 2010

MIEDO: CÓMO VENCERLO


MIEDO: CÓMO VENCERLO
Dña. Pilar Jericó
Bilbao, 13 de marzo de 2006

¿Quién no tiene miedo?

Todos sentimos miedo en nuestra vida. Gracias a él hemos llegado a sobrevivir como especie. De no ser así habríamos muerto bajo las patas de un mamut hace miles de años.

Éste es el miedo que llamamos equilibrante porque está asociado a la prudencia, nos permite reconocer aquellas situaciones que pondrían en peligro nuestra propia integridad. Este miedo evita por ejemplo que digamos a un superior lo que realmente pensamos de él, o que nos quedemos en cama varios días cuando nuestra obligación es ir a trabajar.

Pero, ¿qué pasa cuando el miedo equilibrante se alarga en el tiempo y sin justificación aparente?: entonces se convierte en un miedo tóxico, que puede dañar nuestra salud y bienestar.

Pero, ¿qué es el miedo?
El miedo es una emoción con la que nacemos, pero que se puede ir modulando a través de la propia educación, el entorno, la cultura, etc.

Los griegos lo explicaban muy bien a través de la mitología: Venus, diosa del amor, mantuvo un romance con Marte, dios de la guerra. De él nacieron cinco hijos: Cupido (dios del amor erótico), Anteros (dios del amor correspondido), Cocordia (diosa del equilibrio y la belleza), Fobos (la fobia) y Deimos (el miedo). Como vemos, el miedo por tanto procede de la unión del amor y la guerra.

¿Esto qué quiere decir?. Que en la medida en que nosotros queramos o amemos algo temeremos perderlo.

Es muy fácil también apreciarlo en el famoso cuento Juan sin miedo: Juan era un chico que no conocía el miedo. Pasa mil aventuras y peripecias pero no consigue saber qué es sentir miedo. Solamente al final del cuento, cuando se casa con la princesa y todo funciona perfectamente es cuando siente temor por primera vez. Hasta ese momento Juan no tenía nada y por tanto no tenía por qué temer. Sin embargo, cuando nace su amor por la princesa, con él nace también el miedo a perderla.

¿Se ha utilizado el miedo a lo largo de la historia como sistema de gestión de equipos de trabajo?
Sí, indudablemente sí. ¡Y realmente funcionaba! Según decía Ford en los años 40 el gran problema que encontraba a la hora de contratar personal para sus fábricas era que "pido dos brazos y me llegan con cerebro". Lo que se buscaba eran autómatas como el conejito de Duracell que se limitasen a realizar las tareas que otros habían ideado.

En la actualidad todavía existe más de un 50% de empresas que gestionan basándose en el miedo, pero a diferencia de hace cincuenta años, este sistema no tiene mucho futuro.

En un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa, lo que vale es el talento, la innovación y la creatividad, y ninguna de ellas se puede desarrollar cuando existe el miedo.

¿Por qué?. Reacciones físicas ante una situación de miedo.
Cuando nos encontramos ante una situación de miedo nuestro cuerpo sufre una serie de cambios: el corazón palpita con más velocidad para enviar sangre a las extremidades y al cerebro, las pupilas se dilatan, y se producen tres hormonas: la adrenalina, la noradrenalina y los corticoides, también llamados hormonas del miedo. Los corticoides impiden que se produzca la conexión entre nuestras neuronas, la sinapsis, que como sabemos es la base de la creatividad.

Por tanto, es biológicamente imposible que una persona sea capaz de desarrollar todo su potencial cuando vive en una situación constante de miedo. Se paraliza.

¿Qué tipos de miedo conocemos dentro del entorno laboral?
El miedo al rechazo, miedo al fracaso, miedo a la pérdida de poder, miedo a no llegar a fin de mes y miedo al cambio.

- El miedo al rechazo se podría decir que es el miedo latino. Vivimos en una sociedad muy afiliativa, por eso necesitamos constantemente la aprobación del grupo. A este tipo de miedo pertenece la "vergüenza ajena", emoción que únicamente sentimos nosotros y que otras sociedades no entienden, y también el temor a hablar en público.
- El miedo al fracaso es más acentuado en sociedades anglosajonas. Esto es debido probablemente a su religión: mientras el catolicismo intenta crear la armonía del grupo y por tanto fomenta el miedo al rechado, la máxima del calvinismo es: "lo que hagas en esta vida será lo que alcances en la otra".

- El miedo a la pérdida de poder es quizá el menos reconocido. En un estudio que se hizo con 185 directores generales, solamente un 6% reconocía padecer este miedo. Sin embargo todos sabemos cómo nos gusta influir en terceros y mantener nuestra parcela de poder.

Cuando hablamos del poder distinguimos varios tipos: el poder que da la jerarquía (soy tu jefe en el escalafón de la empresa), el poder del experto (domino un tema), el poder de tener algo que el otro quiere (yo tengo esta información y te la doy cuando quiera), el poder de la influencia (soy la secretaria del director general y le hago llegar la información como quiero), el poder de la opinión (yo te otorgo poder para influirme con tus opiniones).

- El miedo a no llegar a final de mes es el más extendido. Este temor únicamente respeta a los jóvenes que viven en casa de sus padres sin responsabilidades pero...pon una hipoteca en tu vida y conocerás este miedo.
- El miedo al cambio es el padre de los demás miedos porque detrás de él se desarrolla cualquiera de los otros cuatro. Una fusión, una reestructuración, etc, suponen que sintamos miedo a no ser acogidos por el grupo, a fracasar en los objetivos marcados, a perder nuestro puesto en la jerarquía o a perder el trabajo.
Cualquiera de ellos tiene la capacidad de paralizarnos y únicamente nosotros podemos lograr conquistarlo.

¿Cómo podemos conquistar el miedo?
Existen varios pasos para conseguir que el miedo no nos paralice:
1. Aceptar que tenemos miedo. Sabemos que todos lo padecemos y no es un síntoma de debilidad reconocerlo.
2. Identificar cuál es nuestro miedo. A veces no es fácil reconocerlo. En ese caso lo mejor es centrarnos en la otra cara de la moneda: ¿cuál es nuestra motivación?: ¿estar integrados en el grupo? ¿ganar mucho dinero? ¿alcanzar unos objetivos?. En función lo que nos motive tendremos miedo a perderlo. Por ejemplo, si nos encanta formar parte de un grupo homogéneo de personas, probablemente nuestro mayor miedo será al rechazo.
3. Mirar al miedo a la cara y hacerlo concreto. Nuestro peor enemigo siempre es nuestra propia cabeza. Nosotros somos capaces de imaginar cosas mucho peores que la realidad. Por eso son tan peligrosos los miedos ambiguos. Cuando un jefe te dice: "haz esto o atente a las consecuencias", probablemente pensemos en unas consecuencias mucho más dramáticas que las que luego realmente sucederán.

Por tanto, lo mejor es que ante una amenaza pongamos sobre el papel las posibles consecuencias. Por ejemplo, si me quedo sin trabajo, ¿cuántos meses de paro me corresponden? ¿tengo dinero ahorrado? ¿tengo contactos? ¿cuál es mi empleabilidad?, etc.
En definitiva, para superar los miedos lo mejor es centrarnos en nuestra motivación trascendente, aquella que nos empuja a seguir adelante a pesar de los riesgos.

Victor Frankl fue un psiquiatra judío que pasó la segunda guerra mundial en varios campos de exterminio, entre ellos Auswitz. Según él, no se salvaron de aquel infierno los más fuertes, ni los más cultos, ni los mejor preparados, sino aquellos que tenían una motivación más allá de su propia vida: "cuando salga escribiré un libro", "cuando salga veré a mis hijos", "cuando salga contaré esto al mundo".

Como decía Nelson Mandela:
"No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo"

Sé feliz, es tu derecho y solo depende de ti.