jueves, 16 de abril de 2009

Atrévete

Taller de Crecimiento: 7.- ¿Quien se llevó mi queso?




Taller de crecimiento 6.- El poder de la comunicación

La convivencia es una de las más desafiantes experiencias que tiene que superar el hombre.

La seguridad, la alegría y el éxito en la vida están directamente correlacionados con nuestra habilidad de relacionamos unos con otros, con cierto grado de compromiso, profundidad y amor.
Seguro que habéis tenido la oportunidad de conocer a muchas personas en cuya casa u oficina jamás se apaga la radio o la televisión. "Es una compañía" es lo que te contestarían todos, si les preguntases por qué tienen el aparato encendido todo el tiempo.

Debemos reaprender a generar el nexo sociológico más antiguo de la humanidad: la Amistad.

La Comunicación es la pieza clave de una relación, sea de amistad o de amor.

Hemos desarrollado sistemas de comunicación que permiten que desde la Luna, un hombre hable con su familia en la Tierra. Hemos desarrollado sistemas de comunicación asombrosamente eficientes como lo es la telefonía móvil, los GPS, la nave­gación por Internet, las videoconferencias, la globalización, etc. Sin embargo, y a menudo, al mismo tiempo, una madre es incapaz de hablar con su hija o un padre, con su hijo.

En una amistad, como en cualquier relación humana, la comunicación es el arte de hablar unos con otros, de decir lo que sentimos y lo que nos pro­ponemos, de expresarlo con claridad, escuchando lo que la otra persona nos dice y asegurándonos de haber escuchado con atención para lograr esa habilidad de mantener una relación de amor.

El primer desafío que encon­tramos en nuestras relaciones humanas es el hecho de ponernos en contacto con nuestros propios sentimientos y posteriormente comunicarlos a la persona que nos interesa.

¿Has experi­mentado la necesidad de comunicar un sentimiento y no saber cómo hacerlo? Si tu respuesta es afirmativa (como en la inmensa mayoría de la gente), ten en cuenta que esa es una de las principales dificultades que afrontamos los seres humanos en cuanto a nuestro poder de comunicación.

"Cuantas más palabras conozcas, más posibilidades tendrás de expresar tus emociones y sen­timientos".

Si tan sólo sabes ciertas palabras que etiquetan nuestras emociones, por ejemplo: alegría, tristeza, ansiedad, euforia, angustia, etc., pues son tan sólo esas (las que conozcas) las palabras que tu cerebro utilizará para todas las emociones que percibas

El poder de las palabras es enorme. Todo lo que podamos expresar mediante el don y el poder de la palabra afectará indudablemente a quien se lo decimos (incluyendo lo que te digas a ti mismo).
Ese poder de influencia a través de la palabra es el que usamos todos los seres humanos cada vez que nos comuni­camos con alguien.

No tengas miedo a mostrar tus sen­timientos.

En la mayoría de los casos, alguna vez te has dicho: "...no vuelvo a ser bueno, me tomaron el pelo y no me volveré a dejar..." ¿Has dicho algo parecido en algún momento, o lo has empeorado diciendo "no me vuelvo a enamorar"?

Vale la pena darse una oportunidad de intentarlo de nuevo. El problema en que caemos muchos es que juzgamos una futura relación con base en nuestras experiencias, y en nuestras rela­ciones pasadas y llegamos a creer que todo será igual.

Una buena relación es aquella en la cual los individuos confían tanto el uno en el otro, que se vuelven vulnerables, pero seguros de que la otra persona no se aprovechará de ello. Y eso es algo que implica mucha comunicación.

Una relación basada en amistad es aquella en la cual uno puede mostrarse franco y honesto con la otra persona sin el temor de ser juzgado. Es "sentirse seguro" sabiendo que ambos son los mejores amigos y que no importa lo que suceda, siempre estarán uno al lado del otro.

Una relación de amor es aquella en la cual hay una mutua preocupación por el crecimiento y el progreso del otro; en donde las actitudes posesivas ceden el paso a la entrega de uno mismo a la otra persona; en donde el egoísmo cede el paso al dar desprendidamente, a la participación y la solicitud; en donde siem­pre se mantienen abiertas las líneas de comunicación y se le concede la máxima importancia a lo bueno que hay en la otra persona.

Sabemos perfectamente bien que los niños están sorprendentemente armonizados con los sonidos del lenguaje y que "aprenden lo que ven y escuchan".

Las palabras que escuchan son las que aprenderán.

Si crees con esto que nuestro destino ya está marcado por nuestra infancia, te puedo asegurar que estás en un gran error. Gran error si no decidieras aprender nuevos conceptos, nuevas palabras, nuevas perspectivas