Corrió pero pronto llegó al borde de un acantilado.
Desesperado por salvarse, bajó por una parra y quedó colgando sobre el fatal precipicio.
Mientras el hombre estaba ahí colgado, dos ratones aparecieron por un agujero en el acantilado y empezaron a roer la parra.
De pronto, el hombre vio un racimo de uvas en la parra. Las arrancó y se las llevó a la boca.
¡Estaban increíblemente deliciosas!
Cuento Zen
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