viernes, 1 de septiembre de 2023

TRATAR CON CUIDADO, CONTIENE SUEÑOS

 

 
 

Érase una vez un niño llamado Leo que tenía un sueño muy grande: quería ser astronauta y viajar al espacio. Leo se pasaba horas leyendo libros sobre el universo, viendo documentales sobre la NASA, jugando con su cohete de juguete y mirando las estrellas por la ventana.

Leo tenía una gran imaginación y una gran pasión por el espacio. Se imaginaba cómo sería explorar otros planetas, conocer a otros seres, descubrir nuevos misterios. Se emocionaba con la idea de vivir una gran aventura y de hacer historia.

Pero no todos compartían su sueño ni su entusiasmo. En el colegio, sus compañeros se burlaban de él y le decían que era un loco y un friki. En casa, sus padres le decían que era un iluso y un irresponsable. Le decían que dejara de soñar y que se pusiera a estudiar cosas más útiles y más reales.

Leo se sentía triste y solo. No entendía por qué los demás no lo apoyaban ni lo respetaban. No entendía por qué los demás no tenían sueños ni ilusiones. No entendía por qué los demás querían que fuera como ellos y no como él quería ser.

Leo solo tenía un amigo que lo comprendía y lo animaba: su abuelo. Su abuelo era un hombre sabio y bondadoso que había sido piloto de avión. Su abuelo le contaba historias sobre sus viajes por el mundo, sus experiencias en el aire, sus encuentros con otras culturas y personas.

Su abuelo le decía que él también había tenido un sueño de niño: quería volar como los pájaros y ver el mundo desde arriba. Su abuelo le decía que él también había tenido que luchar contra las críticas y los obstáculos de los demás. Su abuelo le decía que él también había conseguido cumplir su sueño con esfuerzo y perseverancia.

Su abuelo le decía que él estaba muy orgulloso de él y de su sueño. Su abuelo le decía que él creía en él y en su capacidad. Su abuelo le decía que él lo quería mucho y que lo apoyaría siempre.

Su abuelo le decía:

  • No dejes que nadie te diga lo que puedes o no puedes hacer. No dejes que nadie te quite la ilusión y la pasión por tu sueño. No dejes que nadie te cambie ni te limite.

  • Sigue tu corazón y tu intuición. Sigue tu curiosidad y tu ambición. Sigue tu imaginación y tu creatividad.

  • Aprende todo lo que puedas sobre el espacio y sobre la ciencia. Prepárate todo lo que puedas para ser astronauta y para viajar al espacio. Persigue todo lo que puedas tu sueño y tu felicidad.

  • Recuerda siempre que eres especial y único. Recuerda siempre que tienes un gran potencial y un gran valor. Recuerda siempre que tienes un gran sueño y un gran futuro.

  • Sobre ti se debería poner un cartel que dijera: Tratar con cuidado, contiene sueños.

Y así, Leo se sintió feliz y motivado. Se dio cuenta de que su abuelo tenía razón y de que su sueño era posible. Se dio cuenta de que su abuelo era su ejemplo y su inspiración. Se dio cuenta de que su abuelo era su amigo y su ángel.

Y así, Leo siguió estudiando y trabajando duro para cumplir su sueño. Siguió leyendo libros sobre el universo, viendo documentales sobre la NASA, jugando con su cohete de juguete y mirando las estrellas por la ventana.

Pero también hizo algo más: se hizo un cartel con cartulina y rotuladores donde escribió: Tratar con cuidado, contiene sueños. Y lo pegó en la puerta de su habitación, para recordarse a sí mismo y recordarle a los demás lo importante que era su sueño.

Y así, pasaron los años, y Leo creció y se hizo mayor. Se graduó en física e ingeniería aeroespacial. Se presentó a las pruebas de selección de la NASA. Se entrenó en el centro espacial de Houston. Se preparó para su primera misión al espacio.

Y así, llegó el día en que Leo cumplió su sueño. Se puso su traje de astronauta y se subió a su cohete. Despegó hacia el espacio y vio la Tierra desde arriba. Exploró otros planetas, conoció a otros seres, descubrió nuevos misterios. Vivió una gran aventura e hizo historia.

Y así, Leo fue feliz y en paz consigo mismo. Intentó que el niño que fue y seguía albergando en su corazón nunca se avergonzara del adulto que hoy era.

Intentó más bien que el adulto que hoy era nunca se avergonzara del niño que fue y seguía albergando en su corazón.

  

Haciendo algunos trucos que estoy practicando, he conseguido que Bing termine escribiendo este cuento. No sé hasta qué punto lo he conseguido, pero parece que algo estoy logrando.

 

 

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